Quizás algunos de ustedes ya sabréis que desde la semana pasada ando con
el cuento de que me voy a operar las cordales.
Ayer sucedió, y aquí estoy para contártelo.
Todo esto empezó el año pasado alrededor de octubre, sucede que yo tengo
la ortodoncia y la doctora me recomendó primero quitarme las cordales antes de
proceder a retirarme los “aparatos” para que las cordales que tengo torcidas no
muevan los dientes que ya tengo perfectos. Yo les cuento eso a mis
amigos de la universidad y sucede que Ñaña (Natalia) conocía un par de
chicas, estudiantes de odontología de la UJAP (Donde estoy cursando derecho)
que necesitaban cobayas humanas para practicar algunas cosillas, y que si
quería yo, ella les decía para que me sacaran las cordales.
Por lo general las cosas que conseguimos sin esfuerzo no las valoramos,
es triste pero cierto. Al poco tiempo Ñaña me dice que las chicas lo harán,
pero que tenía que llevarle una panorámica de mis dientes (Rayos X), yo le digo
que sí, que ya se lo daré.
¡Ja! Que
mentira más grande dije, resulta que al final le di la panorámica este año, por
ahí por febrero, aun así Ñaña consiguió darle mi panorámica a alguien que
necesitaba la cobaya humana, y me citaron para el martes pasado, junto a un
montón de exámenes de sangre.
El martes pasado llego en la mañana a la UJAP, entrego mis exámenes, me
hacen la historia médica, conozco a la chica que me operara y todo eso. La
chica (Jenny) es muy maja y divertida y habla con mi mama sobre el
procedimiento y todo eso, además nos cuenta que gracias a la lluvia y que se
fue parte de la línea eléctrica que surte energía a la UJAP esta caída, ese
martes no podría hacerme la intervención.
Decepción primera.
Volví este martes preparado para el dolor, estaba lloviendo y hacia
frio, empecé a sentir algo de nervios que se reflejaron cuando me tomaron la
tensión 138/74, estaba algo… agitado.
Entro en la sala donde me operaran, hay tres sillas de odontólogo (Esas
con toda su parafernalia post-modernista donde se instalan todos sus
implementos) separadas por paredes, pero al final una sola sala donde podía
escuchar los gritos de los niños que lloran por nada. Eso me puso algo más
nervioso pero intente relajarme.
Concéntrate en tu respiración. Me acorde que ese era la técnica básica
para la relajación pre-meditación budista. Concéntrate en tu respiración, me
repetía a mí mismo a cada rato.
Jenny inicio anestesiándome el área subyacente a la cordal inferior
derecha, ella dijo que sería mejor empezar por los difíciles, y como los de
abajo eran los que estaban torcidos (La corona de la muela apuntaba a las
raíces de la muela que le seguía) decidieron iniciar por esos.
Clavo la aguja como tres veces, esperaron que se durmiera la zona, el
cachete y la punta de la lengua.
Jenny tenía una amiga que la ayudaría en la intervención, nunca supe su
nombre pero me pareció que tenía más experiencia en este asunto. Ellas conversaban
y decían que no podían empezar hasta que la profesora no les diera el visto
bueno, y que esta estaba discutiendo un historial con otra estudiante. Teníamos
que esperar.
La doctora llego, saludo y dijo dame el bisturí, les mostrare como
cortar. A decir verdad la profesora todo lo que dijo, lo dijo con un montón de
palabras técnicas, para indicar todo, desde posición de inicio del corte, hasta
los procedimientos. Nada de palabras coloquiales que yo podía entender, así que
toco encender esa parte de mi mente que ha visto todas las temporadas de Dr.
House e intentar entender/adivinar algo de lo que decían. La profesora inicio
el corte en mi boca, primero una incisión profunda que toco la muela y desde
ahí jalaba para donde decidió cortar, yo lo sentí como si hiciera una gran X
encima de la cordal que sacaría.
He de decir que sentí todo, la anestesia no había sido suficiente y me
dolía hasta en los dedos de los pies, la Profesora me pregunto si me dolía y le
respondí que sí, ella me dijo que porque no le había avisado antes, y le
respondí que yo creía que así dolía normalmente y no quería agobiarla
quejándome como un niño. Ella empezó a anestesiarme toda la zona con un
cartucho de epidural completo. De ahí les dio un par de instrucciones a sus
estudiantes y se fue. Ella iniciaron con un aparato que sonaba como un pequeño
taladro y que usaban para separar la encía de la cordal, lo descubrieron hasta
que se veía las raíces de la muela.
Cabe destacar en este punto, que mi cara estaba cubierta, no veía nada y
solo escuchaba con atención para saber que me estaban haciendo. Así que nunca
se dieron cuenta de que cuando la Profesora me cortó la encía yo lagrimee un
poco, ya que sentí ¡absolutamente todo!
Cuando “desvistieron” a la cordal de todo el tejido que lo rodeaba,
llamaron a la profesora. Esta llego y les explico el procedimiento a seguir.
Ella uso el temido aparatito de los odontólogos, ese que hace a niños llorar y
a adultos temblar. Ese con el cual retiran las caries. Ese mismo que estás
pensando ahora, el del sonido agudo y penetrante. La diferencia es que ellas no
sacarían unas caries o algo así, sino que abrirían un surco a través del cordal
hasta intentar llegar hasta la mitad, de ahí procederían a terminar de fracturar
la cordal con algún aparato que nunca vi.
Cuando iniciaron a hacer el surco, el pitido agudo me puso muy nervioso.
No me dolía pero si me asustaba, ya sabes, traumas de la infancia. Cuando
llegaron a la pulpa de la cordal (Recuerda que al centro del diente, existe la
pulpa que son las ramificaciones nerviosas que conectan el diente al cuerpo) me
empezó a doler en la madre...
Anestesiaron de nuevo y siguieron cortando. Terminaron de cortar, e
iniciaron a fracturar, sucede que gracias a tantos vasos de leche que tome toda
mi vida, esa cordal decidió no fracturarse, y cuando al final se rompió,
decidió no salir. Todo esto se traduce con la Profesora forcejeando por sacarme
el trozo de hueso ese y yo con gran dolor en la mandíbula gracias a la fuerza/presión
que ella ejercía sobre mí.
¡Trasss! Sale la corona de
la cordal, de ahí sale las raíces y ¡listo! Termino la primera cordal.
Duraron en esa cordal como 45 minutos, las demás no causarían
tanto problema.
Las cordales de arriba fueron las mas fáciles, como habían bajado con
normalidad, estaba alineadas para una salida de mi cuerpo un poco mas
honorable. Jenny anestecio la zona, corto y retiro el tejido que rodeaba la
corona de la cordal, su amiga introdujo un fórceps hasta al fondo, agarro con
fuerza la cordal, y en dos movimientos bien dados salió como un corcho.
El segundo de arriba lo intento sacar Jenny con el fórceps, pero se notó
que no sabía cómo usarlo. Ella movían de lado a lado la cordal, mientras su
amiga lo movía para afuera, con un movimiento en forma de J. Resulta que al
final su amiga término sacándome la muela de nuevo.
La otra cordal de abajo no la habían hecho porque la succion se había
ido, ellas usan un tubo de plástico con el que quitaban la sangre y lo que sea
que se interponga en el camino de la cordal a la libertad, y esta decidio no
funcionar para la ultima cordal, me cambiaron de puesto cuando salio el niño
lloron que me tenia obstinado y empezaron el mismo procedimiento, cortar la
encia, limpiar tejido, y cortar la cordal por la mitad.
Esta segunda muela fue como la seda, fácil y no me dolio tanto. Ademas
creo que ayudo las tres ampollas de epidural que se gastaron en esa zona y que
termino adormitándome.
Duramos una hora y cuarenta y cinco minutos para las cuatro cordales, ya
retiradas y ya suturadas las zonas, todo estaba listo para darme de alta.
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Los puntos que me pusieron, al fondo se notan. |
Jenny y su amiga estaban rellenando la historia medica con la
intervención, estaban esperando que la profesora salga de otra intervención
donde la habían llamado para que me firmara las recetas medicas y me pudiera
ir. El dolor aumentaba a cada minuto que la anestesia dejaba de actuar, la
profesora no salía, y yo empezaba a no soportar el dolor. En 15 minutos ellas
se cansan de esperar y de verme sufrir y van con bolígrafo en mano a que la
profesora firme la receta, salen y nos vamos. Mi mama va a Farmatodo a
comprarme las pastillas, yo esperaba en el carro con el dolor tan intenso y las
gasas de las muelas completamente llenas de sangre, el hueco que dejo el molar
inferior derecho no coagulaba, yo no dejaba de acumular sangre y me habían
dicho que no podía escupir.
Llegue a mi casa y derecho a mi baño, a dejar salir toda esa sangre
acumulada al lavamanos.
De ahí no me acuerdo mucho, sé que me limpie la boca de sangre con un
paño y fui a acostarme. El dolor era superior a mí y solo deseaba una buena
tanda de sueño REM para remediar el dolor.
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En primer plano las cordales de arriba, las que salieron completas. En segundo plano, trozos random de las cordales de abajo que salieron por pedazos. |
Desde que desperté, no he sangrado y no me ha dolido mucho. Estoy bien y
con la cara hinchadísima.
¿Qué les pareció mis casi dos horas de dolor? ¿Les parece que exagere?
¿Qué soy un quejón?
Lo bueno es que ya no tengo que preocuparme más sobre estas cordales del
demonio, así que no me importa nada ya.
P.S.: Lo único que odio
sobre toda esta situación es el no poder comer todo lo que quiera, comer que
siempre ha sido mi afición… Lo unico reconfortante es que mi mama no ha hecho
nada muy rico para no tentarme a saltare las restricciones y ponerme a comer.
P.S.-2: Subiré algunas
fotos no tan traumantes para su información visual en las próximas horas.
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