miércoles, 9 de octubre de 2013

El Inicio de la Avaricia + Un Par de Pecados Capitales



Tener hambre, tener sueño y tener sed son las cosas que siempre me fastidian (y donde dice fastidiar dice torturar, y donde dice torturar dice atormentar). Esto no es un orden de prioridades pero es el orden de aparición por lo general. Es extraño que por más que "sacie" estos impulsos/necesidades, siempre aparecen de nuevo. Y a veces en muy poco tiempo.

Zzzzzzzzzzzzzzz, tipico de mis mañanas en la universidad.
Dormir o tener sueño es el que menos puedo explicar, creo que tiene que ver más con el hecho que me gusta estar sin hacer nada, procrastinando todo el día y nutriendo mi cerebro con información relevante... A veces. También creo que se debe a mi incomodidad sempiterna la que me lleva a siempre estar buscando nuevos lugares donde sentarme-acostarme y cambiando de posición a cada rato ya que mi espalda es muy fastidiosa y decide que es hora de que me duela. Por eso tú me veras dando vueltas en la cama o contorsionándome en el sofá o en una silla. Ahora mismo mientras escribo esto estoy sentado esperando a alguien y el sueño uff ataca demasiado fuerte aunque en el día no he hecho nada que justifique la necesidad de dormir. (Son las 16:54 ahora mismo y empecé a escribir esto al mediodía)
Si que si, el calor que siempre reina en mi universidad unido a las clases tan animadas que nos dan se degenera en un sueño mortal. (Es el arbol que esta en la rotonda de la Humboldt)
Lo del hambre permanente no es tanto así, creo que el impulso interno que tengo es el de crear comidas, de cocinar, de disfrutar del proceso de cocinar y después comérmelo. Es algo placentero y sumamente gratificante, ya que a partir de los mismos ingredientes que por lo general hay en mi casa y que crean las mismas comidas que he probado desde pequeño, yo puedo crear nuevas cosas, puedo sorprenderlos y ver sus caras de envidia al ver lo que se puede lograr mezclando y creando cosas nuevas a partir de ingredientes antiguos. 
Cocinar, hablando de cocinar... Este bro (Jamie Oliver) es uno de los mejores chef/cocineros que conozco ever. Siempre sale en Fox Life en un par de programas que el tiene (Espacio Publicitario)
Cocinar para mí es relajante, es una de las pocas actividades de "esfuerzo" que realizo sin ninguna queja y sin rechistar. Claro que cuando me mandan a cocinar para todos en la casa no lo hago de la misma manera que cuando cocino para mí mismo. Entrar en un proceso creativo de manera obligada es algo que nunca termina perfecto. Es algo que no nace de mí y por eso no se puede volcar los deseos de cocinar por completo, pero igual después de unos momentos la danza de la cocina me atrapa y me ves dando vueltas y recogiendo diferentes ingredientes y agregando un par de especias aquí y una pizca de sal allá. Y de esa forma vuelvo cosas simples en cosas más especiales que sorprenden con un sabor escondido.

Jugo de patilla, refrescante con solo mirarlo.
El tercer y último afán diario mío es el de matar una sed ancestral, una sed inacabable y que solo es calmada por momentos. La explicación que da mi mama es que he heredado la sed de mi papa, que es básicamente una muletilla de mi progenitor de decir que tiene sed siempre y exigir un jugo de algo, un zumo de algo, o una Coca-Cola a cada rato aunque el en verdad no tenga sed alguna. Yo interprete eso en mi mente infante y ahora yo SI tengo una sed permanente. Y claro al igual que mi papa, no quiero agua, sino que quiero algo que contenga un sabor. O azúcar como dice mi mama.
Quizás sea por lo difícil que es comprar frutas ahora en Venezuela o que nunca se han conseguido una gran variedad de frutas aquí, yo nunca me he interesado por inventar con los sabores de las frutas, a diferencia de mi papa que se la pasa mezclando frutas random y creando jugos de los más raros, al menos para mí.

Naranjas amarillas, aqui todas son verdes/amarillas.

Mezclar un batido de avena con zumo de naranja o de limón, que a primera vista puede parecer incompatible es en realidad muy refrescante y de inesperado sabor. Lo mismo sucede con la unión de papaya-lechosa con la piña, hay que buscar que no se espese y resulta en un sabor tropical y bien refrescante.
La avena es tannn rica ;)


Así es mi vida diaria, torturado por estos tres y siempre luchando para no hacerles caso, me acuerda a cierta teoría de Freud, el ello y el súper yo. Bueno ya lo saben…

P.S.: Ahora mismo empecé a cocinar un risotto con vegetales salteados... Queréis?

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